Comprender lo que sucede a los hombres es esencial para aquellos que quieren vivir en paz; una toma de conciencia no elimina el dolor ni las alegrías, pero los ubica en su justo lugar y pueden ser nuestros compañeros amistosos.

Cuando se ignora o se está equivocado, la angustia subjetiva se apodera de la mente y ya no se sabe cómo actuar. Los hombres tienen derecho a conocer la verdad de lo que sucede en el mundo, aquí y en todas las regiones. El factor que provoca ignorancia es conocer sólo una parte, la que nos roza físicamente, mientras el resto está en la oscuridad. Esta situación, fruto del egoísmo, distorsiona el diagnóstico de la realidad, y conduce a desgracias generales.

Todo está unido vitalmente en un juego permanente de causas, efectos y el libre arbitrio de los individuos. Considerar que la crisis norteamericana es un problema de ellos, o que la guerra en el cercano oriente es un asunto interno entre judíos y palestinos, es un grave error, no sólo para los líderes mundiales, sino para el hombre común también.

Comprender es participar. No significa estar informado de las noticias internacionales, sino que se ha logrado vencer el círculo personal y exclusivo de los asuntos que afectan epidérmicamente al individuo, la familia, el dinero, las enfermedades, para interesarse y sentir como propias las cosas que experimentan todos los hombres. La Humanidad es más que los 6.000 millones de seres que habitan el Planeta; es también el solitario que sufre y vive como todos, y aunque desconocido, es persona, con un destino superior al final de los tiempos.

Los juicios unilaterales son incompletos, y por lo tanto erróneos, porque el hombre vive alternativamente el par de opuestos: bien y mal, negativo y positivo, activo y pasivo, en un juego dinámico permanente que en el conjunto de los factores provoca resultados ineludibles. El exceso de un factor desequilibra el proceso, y sus efectos son las guerras, las miserias, los crímenes y la caída de la civilización. Así, el excedente de producción en los dos últimos siglos, sin compensaciones, orgullo de los retóricos del materialismo, ha llevado a la Humanidad al borde del precipicio, irreversiblemente, cuando se anuncian las bases de una nueva manera de vivir.

BEINSA DOUNO



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